El Cenáculo nos queda como el Misterio; también, como si el Señor nos pusiese en el tiempo de espera; es que debemos crecer en nuestro interior, para poder abrirnos a las Vivencias que Jesús contempla en las Vidas humanas. El tiempo de la Enseñanza fue como encaminar las Vivencias. Jesús obra como en dos niveles de la Misión: ya está con el pueblo y también, con los discípulos; si es que ha venido por lo que el pueblo necesita, Jesús no sólo les da lo que urgen sus vidas, sino que aún le abre los horizontes por lo que aspirarían sus corazones encontrados en el Señor; a la vez, los discípulos podían ver la sensibilidad del pueblo, por lo que le podría llegar en los tiempos venideros; en fin, el pueblo vive lo de aquel momento, a la vez, se le abre el horizonte para los sueños; y los mismos quedan grabados en su interior por medio de la Palabra; si bien, Ella repercute en sus corazones, quizás, haya que esperar siglos y milenios hasta que renazca como desde una Semilla, diría en el Camino de la Nueva Humanidad. ¿Y los discípulos?; ellos ya están atentos desde aquel tiempo, cuando Jesús pronunció las Bienaventuranzas frente al pueblo; pero tampoco se olvidan del encuentro en el desierto; es que por allí, Jesús recorre un largo camino con el pueblo; primero lo alimenta con el pan, luego sigue con la Palabra que ya crea la Nueva Realidad, aún más allá del tiempo que el pueblo vivencia; en fin, Jesús, como cerrando el Gran Tiempo del Señor, culmina con el Alimento para la Vida Eterna; y lo que tiene importancia es que, los discípulos intuyen las Vivencias del pueblo, y cómo el mismo sigue preparándose para un Nuevo Tiempo; diría, para el Tiempo de un Nuevo Pueblo. La Misión de los discípulos es como adelantar los tiempos; ellos son testigos de lo que lleva el pueblo por el tiempo y por la historia de la Humanidad; ellos vivencian la Obra de Jesús que los ha llevado al Cenáculo, más lejos aún; vivencian el Misterio de Jesús en sus vidas, sellado con el Gran Poder de los Cielos. En fin, el Encuentro en el Cenáculo, encierra toda la Gracia de los Cielos, para los seres humanos en el Camino a la Plenitud de la Vida; a la vez, los discípulos encierran el Misterio de la Obra de Jesús, ya anclada en la tierra, para la Nueva Humanidad que sigue renaciendo; y el pedido de Jesús: “háganlo en memoria mía”, también tiene que ver con eso; es para resguardar lo más Sagrado para el tiempo que sería aún más apropiado.