Si lográsemos percibir hasta los pequeños pasos que nos hacen vibrar en nuestro interior, quizás, podríamos llegar a la Esencia del espíritu; y de allí, podríamos seguir más lejos aún, como en los espacios sin fronteras; como si las mismas no tuviesen importancia.
El Evangelio aún sigue abriéndonos el Camino; y si hablo de mí, no quisiera quedarme solo con mis Vivencias; es que soy parte de lo que me llega, me llena y me hace crecer en medio de la humanidad; pues, ¿cuántas vivencias vienen para crecer en el mundo, en medio de los hermanos?; ¿cuántas nacen en mí, si es que nacen?; y luego traspasan las fronteras de mi corazón, para seguir creciendo en los hermanos, al poder superar lo que hemos vivenciado.
El Evangelio tiene lo propio de la Semilla de los Cielos, aún tiene en cuenta a los seres humanos de todos los tiempos; en cierto sentido, sigue evolucionando; no es el mismo el de ayer, en el día de hoy, ni las mismas personas; hasta parece que el Señor sería como diferente, como crecido en las vidas; parece que el Evangelio que abrimos, si es como nuevo para nosotros, también Jesús viene nuevo en las vidas; y así podríamos seguir en el Camino como sin fronteras; es que las vidas empiezan como abrirse en el espíritu; entonces son otras vidas, en el mundo que se crea diferente, hasta desde nuestras vidas, diría, de la vidas ancladas en los Cielos.
Si la realidad sería como ir agregando las vivencias, los sucesos, los tiempos y las circunstancias, es que todo se eleva como en medio de una caldera; la Caldera encierra la realidad en medio del Gran Calor como encendido; pues, la Luz de los Cielos, la Presencia del Señor tan comprometida en el mundo, con los hombres, genera como un Nuevo Clima para la Humanidad; en medio de la Nueva Paz, del Nuevo Amor, de la Nueva Luz, hasta la Presencia del Señor nos viene como más fuerte aún, de modo que Él está en su Persona, llega muy profundo a cada espíritu humano, y al mundo; es que Él se halla como en medio de la Gran Caldera de los Cielos; entonces, ¿qué Vivencias nacen en esas circunstancias, a dónde el Señor nos lleva?; ¿aún, qué tiempo sería, y a dónde nos llevarían los Cielos?
La Gran Caldera supone el constante proceso que nos supera; es tan propia de la Vidas, cuando cambian las Mentes, las Vivencias y la Visión, en fin, toda la Vida, como partiendo desde la Esencia que se plasma distinta, como renaciendo en la Esencia del Señor; y la Vida se inclina para poder contemplar lo que ocurre con Ella, más bien, para asistir al Río que fluye; con eso, me quedo por lo que intento plasmar en los escritos, cuando mi mente y mi corazón, en medio de mi espíritu, vuelan hacia los espacios infinitos.