Porque verán a Dios

Porque verán a Dios -Parte a
Porque verán a Dios -Parte b

Me dejo llevar por el Evangelio; al leerlo, me permito conducir por la luz que viene; es como intuir lo que necesito recibir, hallarlo y seguir aún más allá del Mensaje, luego de resguardar lo que fue dicho en el lenguaje del momento y de las circunstancias.
He buscado a Jesús en mi vida aún más que en el Evangelio; es que el mismo me invita a verlo en las Alturas del Cielo; así llego también a la profundidad de mi ser cada vez más hallado en el Señor, en el sendero entre el Cielo y la tierra.
La tarea de ir encontrándome con Jesús por medio de la Palabra, en lo más profundo de mi ser, me agrada; y la siento fresca e importante para los hermanos en el camino de la espiritualidad, en el tiempo, cuando la Gracia nos anticipa y nos ayuda a superarnos.
En las reflexiones: “Porque verán a Dios”, me dejo conducir por la corriente que lleva como sin saber hacia dónde; y se ve que la misma se despierta en el espíritu, si nos permitimos llevar por la Luz; aún, la misma nos abre en la profundidad de nuestro ser, por la Vida que el Señor nos ofrece a cada instante de nuestro caminar.
Hasta me sorprende el titulo; es que empecé con la Bienaventuranza: “Felices los de corazón limpio, porque ellos verán a Dios”; como me parecía demasiado largo para el escrito, me quedé con el título más corto, como apuntando a una sola Vivencia; es como si quisiese dejar un rosal podado para que dé flores con un color intenso.
Tengo presente la necesidad de abrirnos en el corazón para poder ver a Dios; también contemplo a la tarea de Jesús; es que Él, en el último tiempo de su Obra, como si quisiese descender en medio de la tierra; como si cavase el pozo para llegar al Agua Pura, Cristalina, al Señor Puro de nuestro ser; y para poder lograrlo, y que el Agua brote como desde la Fuente del Señor, Jesús se ofrece de modo aún más pleno; es que Él desea injertarse en medio de la vida; entonces, ¿qué Vida ya es, y hacia dónde crece en el Camino del Señor?
Los tiempos se prestan para seguir como hallándonos en medio del Evangelio, para seguir encontrando a Jesús; el Evangelio se proyecta con una Nueva Luz; es el mismo, pero nos sigue llegando como con un Nuevo Espíritu; tanto el hombre como el Evangelio de Jesucristo logran abrirse aún más, en el encuentro como esperado desde hace siglos, en medio de un mundo que se proyecta como en el cruce de los caminos.